San Mateo escribe para un público judeocristiano y su principal preocupación es mostrar que en Cristo se cumplen todas las promesas del Antiguo Testamento. Aunque el pueblo judío era el primer destinatario de dichas promesas, muchos de sus miembros no acogieron a Cristo: a Cristo lo recibieron, sobre todo, los gentiles, no los judíos. El texto de Marcos, por su parte, es el más antiguo de los cuatro Evangelios. San Marcos se preocupa, sobre todo, de mostrar cómo Cristo revela el misterio del Reino de Dios con su predicación y ministerio público.
